Índice de Contenidos
- 1 Eugenio Montale
- 2 HUESOS DE SEPIA 1920-1927
- 2.1 MOVIMIENTOS
- 2.2 OTROS VERSOS
- 2.2.1 ARISTA SALIENTE DEL MURO
- 2.2.2 HUESOS DE SEPIA
- 2.2.3 SESTEAR PÁLIDO Y ABSORTO
- 2.2.4 NO TE REFUGIES EN LA SOMBRA
- 2.2.5 A K.
- 2.2.6 VIDA MÍA, NO TE PIDO RASGOS
- 2.2.7 TRÁEME EL GIRASOL
- 2.2.8 A MENUDO HE HALLADO EL MAL DE VIVIR
- 2.2.9 LO QUE DE MÍ SUPISTE
- 2.2.10 PORTOVENERE
- 2.2.11 CONOZCO LA HORA EN QUE LA CARA MÁS IMPASIBLE
- 2.2.12 GLORIA DEL VASTO MEDIODÍA
- 2.2.13 FELICIDAD LOGRADA
- 2.2.14 EL CAÑAVERAL APUNTA SUS BROTES
- 2.2.15 TAL VEZ UNA MAÑANA YENDO POR UN AIRE DE VIDRIO
- 2.2.16 VALMORBIA, CORRÍAN POR TU FONDO
- 2.2.17 TENTABA VUESTRA MANO EL TECLADO
- 2.2.18 LA FARÁNDULA DE LAS NIÑOS SOBRE EL ARENAL
- 2.2.19 DÉBIL SISTRO AL VIENTO
- 2.2.20 CHIRRÍA LA GARRUCHA DEL POZO
- 2.2.21 ABORDA EN LA CHAMUSCADA ORILLA
- 2.2.22 ABUBILLA, ALEGRE PÁJARO CALUMNIADO
- 2.2.23 SOBRE EL MURO GARABATEADO
- 2.3 MEDITERRÁNEO
- 2.4 LAS OCASIONES 1928-1939
- 2.4.1 VIEJOS VERSOS
- 2.4.2 EL BALCÓN
- 2.4.3 LINDAU
- 2.4.4 I
- 2.4.5 DORA MARKUS I
- 2.4.6 I
- 2.4.7 II MOTETES
- 2.4.8 MUCHOS AÑOS, Y UNO MÁS DURO JUNTO AL LAGO
- 2.4.9 ADIOSES, SILBIDOS EN LA OSCURIDAD, GESTOS, TOSES
- 2.4.10 LA ESPERANZA DE VOLVER A VERTE
- 2.4.11 NO RECORTÉIS, TIJERAS, ESE ROSTRO
- 2.4.12 III
- 2.4.13 EL RUIDO DE LAS TEJAS DESTRUIDAS
- 2.4.14 IV
- 2.4.15 LA CASA DE LOS ADUANEROS
- 2.5 LA TEMPESTAD Y OTRAS COSAS 1940-1954
- 2.6 VI MADRIGALES PRIVADOS
- 2.7 VII CONCLUSIONES PROVISIONALES
- 2.8 SATURA 1962-1970
- 2.9 DIARIO DEL 71 Y DEL 72 1971-1972
- 2.10 DIARIO DEL 71
- 2.11 DIARIO DEL 72
- 2.12 CUADERNO DE CUATRO AÑOS 1973-1977
Eugenio Montale
HUESOS DE SEPIA Y OTROS POEMAS
Selección y traducción de Carlo Frabetti.
Los poemas de Eugenio Montale están recogidos en seis libros: Huesos de sepia (Ossi di seppia, 1925), Las ocasiones (Le occasioni, 1939), La tormenta y otras cosas (La bufera e altro, 1956), Satura (Satura, 1971), Diario del 71 y del 72 (Diario del ’71 e del ’72, 1973) y Cuaderno de cuatro años (Quaderno di quattro anni, 1977). Estos seis títulos estas divididos en un total de veintinueve partes o capítulos, y comprenden unos quinientos poemas.
Del primer libro, Hueso de sepia, se ofrece íntegras las seis primeras partes (además de la última –Riberas-, que consta de un solo poema), con excepción del poema ‹Minstrels›, que el autor añadió tardíamente al capítulo Movimientos, en la edición de su poesía completa (Mondadori, Milán, 1977). Los otros cinco libros de Montale también están representados en esta antología, así como todos y cada uno de los capítulos en que están divididos, aunque, por razones de extensión, algunos capítulos sólo se haya podido incluir uno o dos poemas.
Los noventa poemas aquí reunidos representan aproximadamente una quinta parte de la obra poética de Montale, aunque la proporción no es la misma para todos sus libros: se ha dado clara preferencia al primero y más famoso de sus poemarios, Huesos de sepia, por ser no sólo el más representativo sino también el más traducible y ‹exportable› fuera del contexto cultural italiano.
Uno de los aspectos más intraducibles de la poesía de Montale lo constituye su frecuente uso irónico de la métrica y la rima consonante. He renunciado, en la mayoría de los casos, a buscar juegos equivalentes, pues ello me hubiera obligado a apartarme del original más de los que considero lícito. Sin embargo, en algunos casos en que la afinidad entre el castellano y el italiano lo permitía, he conservado las cuñas de rimas y metros clásicos que el autor intercala –como pequeños ‹alborotadores desde el orden›- en sus composiciones en verso libre.
En cuanto a la puntuación, la mayor flexibilidad del italiano en el uso de las comas y otros signos hace a veces poco claros los límites entre la ortodoxia y la subversión; por eso he optado por aplicar, en general, los criterios propios del castellano, excepto en los casos en que es obvia la intención del autor de transgredir las reglas de puntuación, que he respetado. También he respetado la costumbre de Montale de utilizar palabras extranjeras a latinas sin destacarlas en cursiva, reservando el subrayado para fines enfáticos.
Espero, en suma, que algo del genio sutilísimo y del irreductible humor de este extraordinario poeta haya sobrevivido a mi traducción.
CARLOS FRABETTI
*****
HUESOS DE SEPIA 1920-1927
*****
IN LIMINE
GOZAS SI EL VIENTO QUE ENTRA EN EL POMAR
vuelve a traer la oleada de vida: aquí donde se hunde un muerto amasijo de memorias
huerto no era sino relicario.
El aleteo que oyes no es un vuelo, sino el conmoverse del eterno regazo; ves cómo se transforma este pedazo de tierra en un crisol.
Ira a este lado del abrupto muro.
Si avanzas te tropiezas
quizá con el fantasma que te salva:
se componen aquí las historias, los actos borrados por el juego del futuro.
Busca una malla rota en la red
que nos oprime, ¡salta fuera, huye!
Ve, por ti lo he pedido –ahora la sed
me será leve, menos acre la herrumbre…
*****
MOVIMIENTOS
LOS LIMONES
Escucha, los poetas laureados
se mueven solamente entre las plantas
de nombres poco usados: boj ligustro o acanto Yo amo los caminos que dan a las herbosas zanjas donde en los charcos
medio secos agarran los muchachos
alguna anguila exhausta:
los senderos que siguen los ribazos,
bajan entre penachos de las cañas
y llevan a los huertos, entre los limoneros.
Mejor si al algazara de los pájaros
engullida por el azul se apaga:
más claro se oye el susurro
de las ramas amigas en el aire que casi no se mueve, y los sentidos de este olor
que no sabe despegarse de la tierra
y llueve en el pecho una dulzura inquieta.
Aquí de las entretenidas pasiones
milagrosamente calla la guerra,
aquí también a los pobres nos toca nuestra parte de riqueza y es el olor de los limones.
Ves, en este silencio en que las cosas se abandonan y próximas parecen
a traicionar su último secreto,
a veces uno espera
descubrir un error en la Natura,
el punto muerto del mundo, eslabón que cede, el hilo a desenredar que finalmente nos lleve al centro de una verdad.
La mirada escudriña alrededor,
la mente indaga acuerda desune
en el perfume que se desborda
cuando más languidece el día.
Son los silencios en los que se ve
en cada sombra humana que se aleja
alguna turbada Divinidad.
Pero falta la ilusión y nos devuelve el tiempo
a las ciudades ruidosas donde el azul se muestra sólo a pedazos, en lo alto, entre los cimacios.
La lluvia fatiga la tierra, después; se agolpa
el tedio del invierno sobre las casas,
la luz se vuelve avara, amarga el alma. Cuando un día por un mal cerrado portal entre los árboles de un patio
se nos muestra el amarillo de los limones; y el hielo del corazón se derrite,
y en el pecho nos vierten
sus canciones
las trompetas de oro de la solaridad.
*****
CUERNO INGLÉS
El viento que esta tarde toca atento
-recuerda un sacudir de láminas metálicas-
los instrumentos de los frondosos árboles y barre el cobrizo horizonte
donde cintas de luz se detienen
como aquilones al cielo que retumba
(¡Nubes viajeras, claros
reinos de allá arriba! ¡De los altos Eldorados puertas mal cerradas!)
y el mar que escama a escama,
lívido, cambia de color
lanza a tierra una tromba
de espumas retorcidas;
el viento que nace y muere
en la hora que lenta se ennegrece
te tocase esta tarde también a ti
desafinado instrumento,
corazón.
*****
CASÍ UNA FANTASÍA
Amanece, lo presiento
por un albor de vieja
plata en las paredes:
lista una vislumbre las ventanas cerradas.. Vuelve el advenimiento
del sol y las difusas
voces, los acostumbrados estrépitos no trae.
¿Por qué? Pienso en un día encantando y del tiovivo de horas demasiado iguales me resarzo. Desbordará la fuerza
que me hinchaba, inconsciente mago, desde largo tiempo. ahora me asomaré, destruiré altas casas, despojos callejeros.
Tendré ante mí un pueblo de intactas nieves pero leves como vistas en un tapiz. Resbalará algodonoso un lento rayo.
Selvas y colinas llenas de invisible luz
me harán el elogio de los festivos retornos.
Contento leeré los negros
signos de las ramas sobre el blanco como un alfabeto esencial.
Todo el pasado en un punto aparecerá ante mí.
No turbará sonido alguno
esta alegría solitaria.
Cruzará el aire
o se posará sobre una estaca
algún gallito de marzo.
*****
FALSETE
Esterina, los veinte años te amenazan, grisrosada nube
que poco a poco en sí te encierra.
Lo entiendes y no te asustas.
Te veremos sumergida
en la humareda que el viento
rasga o espesa, violento.
Después saldrás de la borrasca de ceniza más adusta que nunca,
vuelto hacia una aventura más lejana
el atento rostro que te asemeja
a la arquera Diana.
Ascienden los vientos otoñales,
te envuelven idas primaveras;
ahora para ti repica
un presagio en las elíseas esferas.
¡No te rinda un sonido
cual de rajado cántaro
golpeado!; pido sea
para ti concierto inefable
de cascabeles.
El incierto mañana no te asusta. Airosa te tiendes
sobre el escollo reluciente de sal y al sol quemas tus miembros. Recuerdas al lagarto
quieto en la desnuda roca;
te insidia juventud,
como el lazo de hierba de un chiquillo.
El agua es la fuerza que te templa,
en el agua te encuentras y te renuevas:
te imaginamos como un alga, un guijarro, como una criatura marina
a la que la sal no ataca
sino que retorna más pura a la orilla. ¡Cuánta razón tienes! No turbes
con malos presagios el sonriente presente. Tu alegría compromete ya al futuro
y un encogerse de hombros
derroca los reductos
de tu mañana oscuro.
Te alzas y avanzas por el puentecillo exiguo, sobre el remolino que chilla:
tu perfil se recorta
contra un fondo de perla.
Titubeas encima de le trémula tabla, ríes, y como desprendida de un viento te echas en los brazos
de tu divino amigo, que te aferra.
Nosotros te miramos, los de la raza que permanece en tierra.
*****
CAFÉ EN RAPALLO I
Navidad en el invernáculo
reluciente, decorado por los humos que las tazas desprenden, velado temblor de luces tras los cerrados cristales, perfiles de mujeres
en el gris, entre relámpagos de gemas y jaspeados de sedas…
¡Han llegado a tus playas nativas,
las nuevas Sirenas!; y aquí faltas tú Camilo, amigo, historiador
de avideces y de escalofríos.
Se oye el gran alboroto en la calle.
Fuera ha pasado
la indecible música
de las trompetas de hojalata
y delos agudos platillos de los niños: ha pasado la música inocente.
Un mudo gnomo caminaba
con estruendo de muletos y carretillas, entre un lamento de carneros
de cartón piedra t un resplandor
de sables de papel de plata.
Pasaron los Generales
con sus gorras de cartón
y empuñaban lanzas de turrón; después vinieron los gregarios
con velas y faroles,
y las tintineantes cajas
del vulgar sonido,
tenue río que encanta
el incierto ánimo:
(maravilloso oía).
La horda pasó con el ruido
de un tumultuoso rebaño
que el reciente trueno espanta.
Lo acogió el pasto
que para nosotros ya no verdea.
*****
POESÍAS PARA CAMILO SBARBARO
EPIGRAMA II
Sbarbaro, extravagante muchacho, pliega versicolores papeles y hace barquitos que confía al lodo
móvil de un arroyo; míralos irse fuera.
Sé por él precavido, hombre de bien que pasas:
con tu bastón alcanza la delicada flotilla,
que no se pierda; guíala a un puertecito de guijarros.
*****
SARCÓFAGOS
DÓNDE VAN LAS RIZADAS DONCELLAS
que llevan las colmadas ánforas sobre los hombres y tienen el firme paso tan ligero;
y al fondo la embocadura de un valle
en vano espera a las bellas
a las que sombra da una pérgola de viña,
y los racimos penden oscilando.
El sol que asciende,
las confusas laderas
no tienen color: en el blando
minuto la naturaleza fulminada
expresa sus felices
criaturas, madre no madrastra,
en levedad de formas.
Mundo que duerme o mundo que se ufana
de inmutable existencia, ¿quién puede decirlo?, hombre que pasas, dale tú
la mejor ramita de tu huerto.
Después sigue: en este valle
no hay alternancia de oscuridad y luz.
Lejos de aquí, tu camino te conduce,
para ti no ha asilo, estás demasiado muerto:
sigue le curso de tus estrellas.
Y por lo tanto, adiós, rizadas niñas,
llevad las colmadas ánforas sobre los hombros.
*****
AHORA SEA TU PASO
más cauto: aun tiro de piedra
de acá se te prepara
una más rara escena.
La puerta corroída de un templete
está cerrada para siempre.
Una gran luz se difunde
sobre el herboso umbral.
Y aquí donde humanas pisadas
no sonarán o ficticio dolor,
vigila tendido en el suelo un magro can. Nunca más se moverá
en esta hora que se adivina sofocante. Sobre el tejado asoma
una nube grandiosa.
*****
EL FUEGO QUE CHISPORROTEA
en la chimenea reverdece
y aire oscuro gravita
sobre un mundo indeciso. Un viejo cansado duerme junto a un morillo
el sueño del abandonado.
En esta luz abisal
que imita el bronce, ¡no te despiertes, durmiente! Y tú, caminante,
avanza despacio; pero antes
una rama añade a la llama
del hogar y una piña
madura a la cesta arrojada
en el rincón: caen a tierra
las provisiones reservadas
para el viaje final.
*****
MÁS DÓNDE BUSCAR LA TUMBA del amigo fiel y de la amante;
la del mendigo y la del muchacho; dónde encontrar un asilo
para esos que reciben el ascua
de la original llamarada;
¡oh, por un signo de paz leve como un juego
la urna sea marcada!
Deja la taciturna multitud de piedra
por las abandonas lastras
que a veces tienen grabado
el símbolo que más conmueve
ya que el llanto y la risa
igualmente brotan, gemelos.
Lo mira el triste artesano que al trabajo se dirige y ya le late en las muñecas una voluntad ciega. Entre ellas busca un friso primordial
que sepa por el recuerdo que anticipa
llevar el alma ruda
por caminos de dulces exilios:
un insignificancia, un girasol que se abre
y alrededor una danza de conejos…
*****
VIENTO Y BANDERAS
La ráfaga que alzó el amargo aroma del mar a las espiras de los valles,
y te embistió, te alborotó el cabello, ovillo breve contra el cielo pálido;
El viento que el vestido pegó al cuerpo
y te moduló rápido a su imagen,
cómo ha vuelto, tú lejana, a estas
piedras que ofrece el monte a la vorágine;
y cómo apagada la furia ebria
reencuentra ahora el jardín el sumiso hálito que te meció, tendida en la hamaca,
entre los árboles, entre tus vuelos sin alas.
¡Ay de mí, nunca dos veces configura
el tiempo de igual modo los granos! Y es nuestra salvación: porque, si sucediera, junto con la naturaleza, nuestra fábula ardería en un relámpago.
Desbordamiento que no se repite –y ahora da vida a un grupo de moradas que extendidas
ante la mirada sobre el flanco de un declive
se atavían de adornos y paveses.
El mundo existe… Un estupor detiene
el corazón que cede a los errantes íncubos, mensajeros del véspero; y no cree
que los hambrientos tengan una fiesta.
*****
OTROS VERSOS
ARISTA SALIENTE DEL MURO
Arista saliente del muro
como el índice de un
reloj de sol que escande la carrera
del astro y la mía, breve;
a la vez señalas los crepúsculos
y te clavas en el yeso
que embebe la luz de encendidos
reflejos –y te aburre la rueda
de sombra que sobre el plano despliegas: un tedio infinito la vuelta
que desprende de ti una difusa semblanza como de humo
y oprime con su espesa
cúpula nunca deshecha.
Pero ya no das sombra esta mañana a tu sostén y un velo
que en la noche has arrancado
a una horda invisible pende
de tu extremo y resplandece
a los primeros rayos. Allá abajo
donde se descubre la llanura
del mar, un tres palos cargado
de chusma y de botín inclina
la borda ante una ráfaga, y se aleja.
Quien está arriba y se asoma se apercibe de que brilla la cubierta y el timón
en el agua no abre un surco.
*****
HUESOS DE SEPIA
NO NOS PIDAS LA PALABRA QUE EXAMINE POR CADA LADO nuestro ánimo informe,
y con letras de fuego
lo proclame y resplandezca como un croco
perdido en medio de un polvoriento prado.
¡Ah, el hombre que se va seguro,
de los demás y de sí mismo amigo,
sin preocuparse de su sombra, que la canícula imprime sobre un desconchado muro!
No nos pidas la fórmula que mundos pueda abrirte, sí alguna sílaba seca y retorcida como una rama. Sólo eso podemos decirte,
lo que no somos, y lo que no queremos.
*****
SESTEAR PÁLIDO Y ABSORTO
SESTEAR PÁLIDO Y ABSORTO
junto a la candente tapia del huerto, escuchar entre los ciruelos y los gamonitos chasquidos de mirlos, rumor de sierpes.
En las grietas del suelo o sobre la arveja espiar las filas de rojas hormigas
que ora se rompen ora se trenzan
sobre minúsculos montículos.
Observar entre frondas el palpitar lejano de escamas de mar
mientras se elevan trémulos crujidos de cigarras desde los calvos picos.
Y andando bajo el sol que ciega sentir tristemente maravillado cómo es toda la vida y su fatiga en este recorrer una muralla coronada de trozos de botella.
*****
NO TE REFUGIES EN LA SOMBRA
NO TE REFUGIES EN LA SOMBRA de la verde espesura
como el halcón que se abalanza fulmíneo en la canícula.
Es hora de dejar el cañaveral frágil que parece adormecerse y de mirar las formas
de la vida que se resquebraja.
Nos vemos en un polvillo
nacarados que vibra,
en un deslumbramiento que envisca los ojos y nos debilita.
Además, lo notas, en el juego de áridas olas que empereza esta hora de desazón
no lanzamos ya en un remolino sin fondo nuestras vidas errantes.
Como aquel claustro de peñascos que parece deshilacharse
en telarañas de nubes;
así nuestros ánimos abrasados
en los que la ilusión quema un fuego lleno de ceniza
se pierden en la serenidad de una certeza: la luz.
*****
A K.
Recuerdo tu sonrisa, y es para mí una agua límpida vista al azar en la pedrera de un arenal,
exiguo espejo en el que mira una hiedra sus corimbos; y encima el abrazo de un tranquilo cielo blanco.
Este es mi recuerdo; no sabría decir, tan lejos,
si en tu rostro se expresa libre un alma ingenua,
o si eres de esos errantes que el mal del mundo extenúa y llevan su sufrir consigo como un talismán.
Mas esto puedo decirte, que tu evocada efigie
sumerge las extravagantes inquietudes en una oleada de calma, y que tu imagen se insinúa en mi gris memoria
limpia como la copa de una joven palmera…
*****
VIDA MÍA, NO TE PIDO RASGOS
VIDA MÍA, NO TE PIDO RASGOS fijos, rostros plausibles o poseídos.
En tu girar inquieto el mismo sabor tienen ya miel y ajenjo.
El corazón que desprecia todo movimiento raramente es agitado por sobresaltos.
Así suena a veces en el silencio
del campo un disparo de fusil.
*****
TRÁEME EL GIRASOL
TRÁEME EL GIRASOL PARA QUE LOS TRASPLANTE a mi tierra quemada por la sal,
y muestre todo el día al azul espejeante
del cielo la ansiedad de su rostro amarillento.
Tienden a la claridad las cosas oscuras, se consumen los cuerpos en un fluir
de colores: esos en música. Desvanecerse es, pues, la mayor de las venturas.
Tráeme tú la planta que conduce donde surgen rubias transparencias y se evapora la vida cual esencia; tráeme el girasol enloquecido de luz.
*****
A MENUDO HE HALLADO EL MAL DE VIVIR
A MENUDO HE HALLADO EL MAL DE VIVIR: era el arroyo estrangulado que borbolla,
era el enroscarse de la hoja
requemada, era el caballo desplomado.
Del bien no supe, fuera del prodigio
que revela la divina Indiferencia:
era la estatua en la somnolencia
del mediodía, y la nube, y el halcón en lo alto.
*****
LO QUE DE MÍ SUPISTE
LO QUE DE MÍ SUPISTE no fue más que el revoque, la túnica que envuelve nuestra humana ventura.
Y quizá más allá del tejido estaba el azul tranquilo; vedaba el límpido cielo sólo un sello.
O en verdad era la extravagante mutación de mi vida,
el abrirse de un ardiente
gleba que nunca veré.
Quedó, pues, esta corteza
como mi sustancia verdadera; el fuego que no se apaga
para mí se llamó: la ignorancia.
Si veis una sombra, no es
una sombra: yo soy.
Si pudiera desprenderla de mí, ofrecérosla como presente.
*****
PORTOVENERE
PORTOVENERE
Allí emerge el Tritón
de las olas que lamen
los umbrales de un cristiano templo, y toda hora próxima es antigua. Toda duda
se lleva de la mano
como una muchachita amiga.
Allí no hay quien se mire
o esté a la escucha de sí mismo. Allí estás en los orígenes
y decidir es necio:
más tarde volverás a partir para asumir un rostro.
*****
CONOZCO LA HORA EN QUE LA CARA MÁS IMPASIBLE
CONOZCO LA HORA EN QUE LA CARA MÁS IMPASIBLE es cruzada por una cruda mueca:
se revela un instante una pena invisible.
No lo nota la gente de la atestada calle.
Vosotras, palabras mías, traicionáis en vano la mordedura secreta, el viento que en el corazón sopla.
La más cierta razón es de quien calla.
El canto que solloza es una canto de paz.
*****
GLORIA DEL VASTO MEDIODÍA
GLORIA DEL VASTO MEDIODÍA
cuando los árboles no dan sombra,
y más y más se muestran en torno
por exceso de luz, las apariencias, leonadas.
El sol, en lo alto, y un seco arenal.
Mi día, por tanto, no ha pasado:
la hora más bella está al otro lado del muro que encierra en un ocaso revocado.
La sequedad, alrededor; un martín pescador da vueltas sobre una reliquia de vida.
La buena lluvia está más allá de la desolación, pero en la espera está la dicha más completa.
*****
FELICIDAD LOGRADA
FELICIDAD LOGRADA, SE CAMINA por ti sobre el filo de una espada.
A los ojos eres fulgor que vacila,
al pie, rígido hielo que se agrieta;
que no te toque, pues, quien más te ama.
Si llegas a las almas invadidas
de tristeza y las iluminas, tu mañana
es dulce y turbadora como los nidos de los cimacios. Pero nada compensa el llanto del niño
cuyo globo se escapa entre las casas.
*****
EL CAÑAVERAL APUNTA SUS BROTES
EL CAÑAVERAL APUNTA SUS BROTES en la serenidad que no se rasga:
el huerto sediento asoma hirsutas ramitas tras los cercados, al bochorno estancado.
Asciende una hora de espera al cielo, vacía, del mar que se vuelve gris.
Un árbol de nubes sobre el agua
crece, después cae como ceniza.
Ausente, cuánta falta haces a esta región
que te presiente y sin ti se consume:
estás lejos y por ello todo divaga
desde su surco, se derrumba, desaparece en bruma.
*****
TAL VEZ UNA MAÑANA YENDO POR UN AIRE DE VIDRIO
TAL VEZ UNA MAÑANA YENDO POR UN AIRE DE VIDRIO, árido, veré, volviéndome, cumplirse el milagro;
la nada a mis espaldas, el vacío detrás
de mí, con un terror de borracho.
Después, en una pantalla aparecerán de golpe árboles casas colinas para el engaño usual.
Pero será demasiado tarde; y me iré callado
entre los hombres que no se vuelven, con mi secreto.
*****
VALMORBIA, CORRÍAN POR TU FONDO
VALMORBIA, CORRÍAN POR TU FONDO floridas nubes de plantas en la brisa.
Nacía en nosotros, movidos por el ciego azar, olvido del mundo.
Callaban los disparos, en el regazo solitario no se oía más que el ronco Leno.
Se abría un cohete sobre su tallo, débil lagrimeaba en el aire.
Las noches claras eran todas un alba
y traían zorras a mi gruta.
Valmorbia, un nombre –y ahora en la pálida memoria, tierra donde no anochece.
*****
TENTABA VUESTRA MANO EL TECLADO
TENTABA VUESTRA MANO EL TECLADO, vuestros ojos leían en la hoja
los imposibles signos; y se quebraba
cada acorde como una voz afligida.
Comprendí que todo, alrededor, se enternecía al veros trabada indefensa ignorante
del lenguaje más vuestro: gemía
tras los vidrios entornados la mar clara.
Pasó por el recuadro azul una fugaz danza
de mariposas; una rama se agitó al sol.
Ninguna cosa próxima encontraba sus palabras, y era mía, era nuestra, vuestra dulce ignorancia.
*****
LA FARÁNDULA DE LAS NIÑOS SOBRE EL ARENAL
LA FARÁNDULA DE LAS NIÑOS SOBRE EL ARENAL era la vida que brota de la sequedad.
Crecía entre escasas cañas y malezas
el césped humano en el aire puro.
El caminante sentía como un suplicio
su despago de las antiguas raíces.
En la florida edad de oro sobre las felices orillas incluso un nombre, un ropaje, era un vicio.
*****
DÉBIL SISTRO AL VIENTO
DÉBIL SISTRO AL VIENTO de una perdida cigarra, tocado apenas y extinguido en el torpor que exhala.
Propaga desde lo profundo en nosotros la vena secreta: nuestro mundo
se sostiene apenas.
Si los señales, en el aire gris tiemblan corrompidos los vestigios
que el vacío no engulle.
El gesto después se anula, toda voz calla,
desciende a su desembocadura la vida desnuda.
*****
CHIRRÍA LA GARRUCHA DEL POZO
CHIRRÍA LA GARRUCHA DEL POZO, el agua sube a la luz y con ella se funde. Tiembla un recuerdo en el colmado cubo, en el puro círculo una imagen ríe.
Acerco el rostro a evanescentes labios:
se deforma el pasado, se hace viejo, pertenece a otro…
Ah, que ya rechina la rueda, te devuelve al otro fondo,
visión, una distancia nos divide
*****
ABORDA EN LA CHAMUSCADA ORILLA
ABORDA EN LA CHAMUSCADA ORILLA
las naves de cartón, y duerme,
muchachito patrón: que no oigas
los malévolos espíritus que en formación velejan.
En el cercado del huertecillo revolotea el búho
y las chamizas de los tejados son pesadas.
El instante que arruina la obra lenta de meses
llega: ora resquebraja secretamente, ora arranca en un soplo.
Viene el desgarro; quizá sin estrépito.
Quien ha edificado siente su condena.
Es la hora en que sólo se salva la barca al pairo. Amarra tu flota entre los setos.
*****
ABUBILLA, ALEGRE PÁJARO CALUMNIADO
ABUBILLA, ALEGRE PÁJARO CALUMNIADO por los poetas, que enderezas tu cresta
sobre el aéreo palo del gallinero
y como un falso gallo giras al viento;
nuncio primaveral, abubilla, para ti se detiene el tiempo, nunca muere febrero,
todo se extiende
al mover tu cabeza,
alígero duende, y tú lo ignoras.
*****
SOBRE EL MURO GARABATEADO
SOBRE EL MURO GARABATEADO que sombrea los escasos asientos
el arco del cielo aparece
acabado.
Quién se acuerda ya del fuego que ardió impetuoso
en las venas del mundo; en un reposo
frío las formas, opacas, están desparramadas.
Veré de nuevo mañana los bancos
y la muralla y el acostumbrado camino. En el futuro que se abre las mañanas están ancladas como barcas en la rada.
*****
MEDITERRÁNEO
EN VÓRTICE SE ABATE
EN VÓRTICE SE ABATE
sobre mi cabeza reclinada
un sonido de ásperos campos.
Quema la tierra recorrida
de sesgadas sombras de pinastros,
y el mar al fondo vela,
más que las ramas, a la mirada
el bochorno que a trechos irrumpe
del veteado suelo.
Cuando es más sordo o menos el hervor de las aguas que se arremolinan
junto a largos bajíos me alcanza:
o es tal vez un bombo y un rebullir
de espuma sobre las rocas.
En cuanto levanto el rostro, cesan
los rugidos sobre mi cabeza: y se alzan
hacia las estrepitosas aguas,
flechas blanquiazules, dos arrendajos.
*****
ANTIGUO, ESTOY EBRIO POR LA VOZ
ANTIGUO, ESTOY EBRIO POR LA VOZ que salen de tus bocas
cuando se abren como verdes campanas y se vuelven atrás y se disuelven.
La casa de mis estíos lejanos
estaba a tu lado, lo sabes,
allá en el pueblo donde el sol abrasa
y nublan el aire los mosquitos.
Como entonces, hoy, en tu presencia callo, mar, mas ya no digno
me creo de la solemne admonición
de tu respiro. Primero dijiste
que el diminuto latir
de mi corazón era sólo un instante
del tuyo; que en mí estaba
tu peligrosa ley: ser vasto y diverso
y a la vez constante:
y vaciarme así de toda suciedad
como haces tú que arrojas a la orilla
entre corchos algas asterias
los inútiles escombros de tu abismo.
*****
LLEGA A VECES, REPENTINA
LLEGA A VECES, REPENTINA,
una hora en que tu corazón inhumano
nos asusta y del nuestro se separa.
Tu música discordia con la mía,
entonces, y es enemigo todo movimiento tuyo.
Me repliego en mí, vacío
de fuerzas, tu voz parece sorda.
Observo el pedregal
que hacia ti desciende
hasta la orilla escarpada que te domina,
quebrada, amarilla, surcada
de charcas de agua de lluvia.
Mi vida es este seco declive,
medio no fin, camino abierto a desembocaduras
de riachuelos, lento desmoronamiento.
Es ella, aún, esta planta
que nace de la devastación
y en el rostro lleva los golpes del mar
y está suspendida entre erráticas fuerzas de vientos.
Este pedazo de suelo sin hierba
se ha hendido para que naciese una margarita.
En ella titubeo ante el mar que me ofende,
falta aún el silencio en mi vida.
Miro la tierra que centellea,
el aire está tan sereno que se oscurece.
Y este que en mí crece
es tal vez el rencor
que todo hijo, mar, siente hacia el padre.
*****
HUBIERA QUERIDO SENTIRME ÁSPERO Y ESENCIAL
HUBIERA QUERIDO SENTIRME ÁSPERO Y ESENCIAL como lo guijarros que tú devuelves,
comidos por la sal;
astilla fuera del tiempo, testimonio
de una voluntad fría que no pasa.
Otro fui: hombre comedido que estudia
en sí, en los demás, el bullir de la vida fugaz –hombre que demora la acción, que nadie, en fin, destruye.
Quise buscar el mal
que carcome el mundo, la leve torcedura
de una palanca que detiene
el mecanismo universal; y vi todos
los sucesos del minuto
como prontos a desunirse de golpe.
Siguiendo el surco de un sendero tuve
lo opuesto en el corazón, con su oferta; y quizá
necesitaba el cuchillo que corta,
la mente que decide y determina.
Necesitaba otros libros,
y no tu página retumbante.
Mas no lamento nada; tú deshaces
aún los internos nudos con tu canto.
Ya tu delirio asciende hasta los astros.
*****
DISIPA TÚ SI QUIERES
DISIPA TÚ SI QUIERES
esta débil vida que se lamenta,
como la esponja el trazo
efímero de una pizarra.
Espero volver a tu círculo,
se cumple mi disperso pasar.
Mi venida era testimonio
de un orden que en el viaje olvidé,
dan fe estas palabras mías
de un evento imposible, y lo ignoran.
Mas siempre que no escuché
tu dulce resaca en las orillas
me asaltó un desazón
como la del falto de memoria
cuando recuerda su tierra.
Aprendida la lección,
más que de tu gloria
abierta, del jadear
que casi no se oye
de algún mediodía tuyo desolado,
a ti me entrego humildemente. No soy
más que pavesa de un tirso. Bien lo sé: arder, este, no otro, es mi significado.
*****
FIN DE LA INFANCIA
Retumbando se engolfaba
en la arqueada orilla
un mar pulsante, barrado de surcos, encrespado y vedijoso de espumas. Contra la desembocadura
de un torrente que rebosaba amarilleaba el oleaje.
Alrededor giraban virutas de algas
y troncos de árboles a la deriva.
En la concha hospitalaria
de la playa
solo unas cuantas casas
de añosos ladrillos, escarlatas, y ralos penachos
de tamariscos pálidos,
cada vez más; débiles criaturas perdidas en un horror de visiones. No era fácil mirarlos
para quien leía en aquellas apariencias inciertas
la música del alma inquieta
que no se decide.
Puras colinas cerraban alrededor
marina y casas; olivos las vestían
aquí y allá diseminados como rebaños,
o tenues como el humo de un caserío
que velejara
por la cara candente del cielo.
Entre manchas de viñedos y pinedas,
se divisaban pedreras
calvos y gibosos dorsos
de colinas: un hombre
que por allí pasase erguido sobre un muleto en el lavado azul quedaba impreso
para siempre –y en el recuerdo.
No se solía ir tras las crestas próximas
de aquellos montes; tampoco osa cruzarlas la memoria cansada.
Conozco los caminos que corrían sobre fosos encajonados, entre marañas de espino;
*****
SOLANAS Y SOMBRAS
SOLANAS Y SOMBRAS
llevaban a calveros, después entre barrancos, y aun se prolongaban
hacia rincones húmedos de moho,
cubiertos de sombras y silencios.
Aún me acuerdo maravillado de uno de ellos donde todo humano impulso
aparece sepultado
en aura milenaria.
Raramente se desvía alguna ráfaga
hasta aquel borde del mundo, que se asombra. Pero de los senderos se volvía.
Lograban estos una inestable
vicisitud de ignotos aspectos,
pero el ritmo que nos gobierna se nos escapaba. Cada momento ardía
en los instantes futuros sin dejar rastro.
Vivir era ventura demasiado nueva
de hora en hora, y el corazón latía.
No había norma,
surco fijo, confrontación,
para distinguir alegría de tristeza.
Pero reconducidos por la senda
a la casa de la orilla, al cerrado asilo
de nuestra asombrada infancia,
rápido respondía
a cada impulso del alma un consentimiento externo, se vestían de nombres
las cosas, nuestro mundo tenía un centro.
Estábamos en la edad virginal
en la que las nubes no son cifras o siglas sino las bellas hermanas que se mira viajar. Surgida de otra simiente
alimentada de una linfa distinta
de la nuestra, débil, parecía la naturaleza. En ella el asilo, en ella
las extáticas miradas; ella era el portento que no soñaba, o apenas, alcanzar
nuestra alma confusa.
Estábamos en la edad ilusa.
Volaron años cortos como días, sumergió toda certeza un mar florido y voraz que daba ya el aspecto dudoso de los vacilantes tamariscos. Debió surgir un alba que una línea
de luz sobre el umbral
pulido presagiaba como un agua;
y ciertamente corrimos
a abrir la puerta
estridente sobre el guijo del jardín.
El engaño se nos hizo evidente.
Pesadas nubes sobre el turbado mar
que ante nosotros hervía, pronto aparecieron. Estaba en el aire la espera
de un proceloso evento.
¡Extraña, esa zona
de la infancia que explora
un señalado patio como un mundo!
Llegaba para nosotros la hora que indaga.
La niñez había muerto en un corro.
¡Ah, el juego de los caníbales en el cañaveral,
los mostachos de palma, la deliciosa
recogida de los cartuchos disparados!
Volaba la bella edad como los barquitos sobre el hilo del mar a toda vela.
Ciertamente quedamos mudos a la espera del violento instante;
luego en la falsa calma
sobre las huecas aguas
debió de alzarse un viento.
*****
RIBERAS
Riberas,
bastan algunos tallos de espadaña
péndulos de un ribazo
sobre el delirio del mar;
o dos camelias cálidas
en los jardines desiertos,
y un eucalipto rubio que se zambulla
entre susurros y locos vuelos
en la luz;
y he aquí que en un instante
invisibles hilos se me enroscan,
mariposa en una telaraña
de temblores de olivos, de miradas de girasoles.
Dulce cautividad, hoy, riberas, de quien se entrega casi
a revivir un antiguo juego nunca olvidado.
Recuerdo el acre filtro que ofrecisteis
al extraviado adolescente, orillas:
en las claras mañanas se fundían
dorsos de colinas y cielo; en la arena
de las playas un amplio reflujo, un uniforme temblor de vidas
una fiebre del mundo; y cada cosa en sí misma parecía consumarse.
Oh entonces zarandeados
como el hueso de sepia por las olas desvanecerse poco a poco;
volverse
un árbol rugoso a una piedra
pulida por la mar; en los colores fundirse del ocaso; desaparecer carne para surgir fuente ebria de sol,
por el sol devorada…
Eran estos,
riberas, los votos del muchacho antiguo
que junto a una roída balaustrada lentamente moría sonriendo.
Cuánto, marinas, estas frías luces dicen a quien desgarrado os huía.
*****
RIBERAS
Cuchillas de agua revelándose entre aberturas de lábiles ramajes; rocas oscuras
entre la espuma; flechar de vencejos vagabundos…
¡Ah, podía creeros un día, oh tierras,
bellezas funerarias, áureas cornisas
en la agonía de cada ser.
Hoy vuelvo
a vosotras más fuerte, si no me engaño, aunque el corazón
parece deshacerse en recuerdos alegres –y atroces. Triste alma pasada
y tú, voluntad nueva que me llamas,
tiempo es quizá de uniros
en un tranquilo puerto de sabiduría. Y un día volverá la invitación
de voces de oro, de lisonjas audaces, alma mía no ya dividida. Piensa: trocar en himno la elegía: rehacerse, no faltar más.
Poder igual que estas ramas
ayer secas y desnudas y hoy llenas
de temblores y linfas,
sentir
mañana también nosotros entre los perfumes y los vientos un refluir de sueños, un loco urgir
de voces hacia un fin; ¡y en el sol que os inviste, riberas, reflorecer!
*****
LAS OCASIONES 1928-1939
VIEJOS VERSOS
Recuerdo la mariposa que había entrado
por los cristales entornados en el atardecer humoso
sobre la costa recogida, deslavada
por el fluir airado de la espuma.
Movía todo el aire del crepúsculo el tenue
y mortecino parpadeo de la línea
que divide agua y tierra; y el punto átono
del faro que titilaba sobre la
roca del Tino, cerúlea, tres veces
se dilató y se apagó en otro oro.
Mi madre estaba sentada a mi lado
junto a la mesa atestada de cartas
de juego alzadas de dos en dos como
campamentos enanos para los soldados
de los nietos ya desbandados por el sueño.
Se desataba desde lo alto, impetuoso,
un nimbo de aire helado, diluviaba
sobre el nido herrumbroso de Corniglia.
Luego la oscuridad fue completa, y desde el mar
un estruendo grave y asiduo como un largo
y regulado concierto, y el hincharse
de una ondulante palidez más allá del seto
podado de los pitósporos. En el breve
vano de mi cuarto, donde la lámpara
temblaba dentro de una telaraña fucsia,
penetró la mariposa, a la pantalla
llegó, y los abalorios que la envolvían
se trastornaron proyectando en los muros
reflejos sombreados semejantes a frisos,
y sobre el enlucido de las paredes corrió
un haz semoviente de gráciles hilos.
Era un insecto horrible de trompa
puntiaguda, los ojos envueltos como por una
rojiza fotosfera, en el dorso un cráneo
humano; y en torno emitía, si una mano
intentaba agarrarlo, un estridente silbido que aterraba.
Chocó varias veces, sordamente, con la mesa,
volvió a chocar con los cristales cerrados por el viento,
y, solo, encontró otra vez el camino del aire,
se perdió en las tinieblas. Desde el puerto
de Vernazza las luces se borraban, a ratos,
por el crecimiento de las olas
invisibles al fondo de la noche.
Luego la mariposa volvió al candil
que encerraba la lámpara, descendió
sobre los diarios de la mesa, removió
aleteando enloquecida las cartas
y se quedó para siempre
entre las cosas encerradas en un giro
seguro como el día, creciendo en la memoria,
solas, vivas con una vida
que desapareció bajo tierra: junto
con los rostros familiares que hoy dispersa
ya no el sueño sino otro hastío; al lado
de los muros antiguos, las playas, la tartana
que embarcaba
troncos de pino a bordo cada mes,
siguiendo al torrente que desciende
hacia el mar y su camino excava.
EL BALCÓN
Parecía fácil juego convertir en nada el espacio ante mí abierto, en un tedio incierto tu cierto fuego.
Ahora a ese vacío he unido
todos mis lentos motivos,
contra la ardua nada se despunta el ansia de esperarte vivo.
La vida que da vislumbres es la única que distingues. A ella te tiendes desde esta ventana que no se ilumina.
*****
LINDAU
La golondrina os lleva
briznas de hierba, no quiere que la vida pase. Pero entre los disques, de noche, el agua muerta desgasta las piedras.
Bajo las teas humeantes vaga
siempre alguna sombra por las playas vacías. En el cerco de la plaza una zarabanda
se agita al mugido de los barcos de paletas.
*****
I
DORA MARKUS I
Fue donde el puente de madera
lleva a Porto Corsini sobre la mar alta
y escasos hombres, casi inmóviles, arrojan o recogen las redes. Con un gesto
de la mano señalabas la otra orilla
invisible, tu patria verdadera.
Después, seguimos el canal hasta la dársena de la ciudad, lustrosa de hollín,
en la bajura donde se hundía
una primavera inerte, sin memoria.
Y aquí donde una antigua vida
se abigarra en una dulce
ansiedad de Oriente,
tus palabras se irisaban como las escamas del salmón moribundo.
Tu desasosiego me hace pensar
en las aves de paso que chocan con los faros en las noches tempestuosas:
también tu dulzura es una tormenta, remolinea y no aparece,
y sus reposos son aún más raros.
No sé cómo, extenuada, resistes
en este lago
de indiferencia que es tu corazón; tal vez
te salva un amuleto de guardas
junto al lápiz de labios,
la polvera, la lima: un ratón blanco
de marfil; ¡y así existes!
I
Ya en tu Carintia
de mirtos floridos y de estanques, inclinada sobre el borde observas
la carpa que pica con timidez,
o sigues sobre tilos, entre los erizados pináculos, las inflamaciones
de la tarde y en las aguas una llamarada de toldos de muelles y pensiones.
La tarde que se extiende
sobre la húmeda cuenca no trae con el latir de los motores
sino gemidos de ocas; y un interior de níveas mayólicas cuenta
al espejo ennegrecido que te vio
una historia diferentes de errores imperturbables y la graba
donde la esponja no llega.
¡Tu leyenda, Dora!
Pero ya está escrita en esas miradas de hombres que llevan patillas altivas y ralas en grandes
retratos de oro y vuelve
con cada acorde que emite
la armónica rota en la hora
que se oscurece, cada vez más tarde.
Allí está escrita. El siempreverde laurel para la cocina
resiste, la voz no cambia, Rávena está lejos, destila veneno una fe feroz.
¿Qué quieres de ti? No se ceden voz, leyenda, destino…
Pero es tarde, cada vez más tarde.
*****
II MOTETES
Sobre el volcán la flor.
- A. Bécquer
MUCHOS AÑOS, Y UNO MÁS DURO JUNTO AL LAGO
MUCHOS AÑOS, Y UNO MÁS DURO JUNTO AL LAGO extranjero sobre el que arden los ocasos.
Luego bajaste de los montes para volver a traerme
a San Jorge y el Dragón.
Si pudiera grabarlos en el pavés
que se agita bajo el azote del gregal
en el corazón… Y por ti descender a una gorga de fidelidad, inmortal.
*****
ADIOSES, SILBIDOS EN LA OSCURIDAD, GESTOS, TOSES
ADIOSES, SILBIDOS EN LA OSCURIDAD, GESTOS, TOSES y ventanillas bajadas. Es la hora. Tal vez
los autómatas tengan razón. ¡Cómo aparecen
por los pasillos, emparedados!
-¿También tú prestas a la ronca letanía de tu rápido esta hórrida y fiel cadencia de carioca?
*****
LA ESPERANZA DE VOLVER A VERTE
LA ESPERANZA DE VOLVER A VERTE me abandonaba;
y me pregunté si esto que me cierra
todo sentido de ti, pantalla de imágenes,
tiene los signos de la muerte o desde el pasado hay en ello, aunque distorsionado y lábil,
un deslumbramiento tuyo:
(en Módena, entre los pórticos, un criado con galones arrastraba dos chacales sujetos con correa).
*****
NO RECORTÉIS, TIJERAS, ESE ROSTRO
NO RECORTÉIS, TIJERAS, ESE ROSTRO solo en esta memoria que se rompe,
no hagáis de su gran semblante atento
mi neblina de siempre.
Cala un frío… Desmocha el duro golpe. Y ya la acacia herida se sacude
su costra de cigarra
en los primeros lodos de noviembre.
*****
III
de Canadá, tricúspide, que vibra
en el jardín a cada ráfaga…
es el signo de una vida que secunde
el mármol en cada escalón como la hiedra
desconfía del salto solitario
de los puentes que descubro desde esta altura;
de una clepsidra que no arena sino obras
mida y rostros humanos, plantas humanas;
de aguas compuestas bajo pabellones
y ya no iracundas de intentar fondos
de piedra pómez, ¿ha desaparecido? Un sonido largo emiten las terracotas, las estacas apenas
defienden las elipses de los convólvulos,
y las locustas renquean llovidas
sobre los libros desde las pérgolas; dura obra, tejedoras celestes, que es interrumpida
en el telar de los hombres. Y mañana…
*****
EL RUIDO DE LAS TEJAS DESTRUIDAS
EL RUIDO DE LAS TEJAS DESTRUIDAS por la tormenta
en el aire dilatado que no se hiende,
el inclinarse del álamo
*****
IV
Sap check’d with frost, and lusty leaves quite gones, Beauty o’ersnow’d and bareness every where.
Shakespeare, Sonnets, V
LA CASA DE LOS ADUANEROS
Tú no recuerdas la casa de los aduaneros
sobre el resalte que cae a plomo en la escollera: desolada te espera desde la noche
que en ella entró el enjambre de tus pensamientos y se detuvo inquieto.
El lebeche azota desde hace años los viejos muros y el sonido de tu risa ya no es alegre:
la brújula gira loca a la ventura
y el cálculo de los datos ya no cuadra.
Tú no recuerdas; otro tiempo trastorna tu memoria; un hilo se devana.
Aún sujeto un extremo; pero se aleja la casa y sobre el techo la veleta ahumada gira sin piedad.
Sujeto un extremo, pero tú estás sola y aquí no respiras en la oscuridad.
¡Oh el horizonte en fuga, donde se enciende rara la luz del petrolero!
¿Está aquí el vado? (Rebulle el oleaje
aún sobre la peña que se derrumba…)
Tú no recuerdas la casa de esta
noche mía. Y no sé quién se va y quién se queda.
*****
LA TEMPESTAD Y OTRAS COSAS 1940-1954
I FINISTERRE
LA TORMENTA
Les princes n’ont point d’yeux pour voir ces grands merveilles, Leurs mains ne servent plus qu’a nous persécuter…
Agrippa D’Aubigné, Á Dieu
La tormenta que vierte sobre las hojas duras de la magnolia largos truenos marzales y granizo
(los sones de cristal en tu nido
nocturno te sorprenden, del oro
que se ha apagado sobre la caoba, sobre el canto de los libros encuadernados, quema aún
un grano de azúcar en la corteza
de tus párpados),
el relámpago que confita
árboles y muros y los sorprende en esa
eternidad de instante –mármol maná
y destrucción- que dentro de ti esculpida
llevas para tu condenación y que te ata
más que el amor a mí, extraña hermana,
y luego el rudo, estruendo, los sistros, el estremecerse de los tamboriles sobre la fosa oscura,
el pataleo del fandango, y encima
algún gesto vacilante…
Como cuando te volviste y con la mano, despejada
la frente de la nube del cabello,
me saludaste –para entrar en la oscuridad.
*****
DÍA Y NOCHE
Hasta una pluma que vuela puede dibujar
tu figura, o el rayo que juega al escondite entre los muebles, el reflejo del espejo
de un niño, desde los tejados. Sobre la muralla estelas de vapor prolongan las agujas
de los álamos y abajo en la percha se encrespa el loro del afilador. Después la noche sofocante
sobre la plazoleta, y los pasos, y siempre este duro esfuerzo de hundirse para resurgir iguales
desde hace siglos, o instantes, de pesadillas que no pueden volver a hallar la luz de tus ojos en el antro
incandescente –y de nuevo los mismos gritos y los largos llantos sobre la veranda
si retumba de improviso el golpe que te enrojece la garganta y te arranca la alas, oh peligrosa anunciadora del alba,
y se despiertan claustros y hospitales
a un grito desgarrado de trompetas…
*****
A MI MADRE
Ahora que el coro de las codornices
te acaricia en el sueño eterno, rota
la feliz formación que huye a las colinas vendimiadas del Mesco, ahora que la lucha de los vivos más arrecia, si tú cedes
como una sombra tu restos
(y no son una sombra, oh amable, no son lo que tú crees)
¿quién te protegerá? La vía libre
no es un camino, sólo dos manos, un rostro, esas manos, ese rostro, el gesto de una
vida que no es otra sino ella misma,
sólo esto te sitúa en el elíseo
lleno de almas y voces en que vives;
y la pregunta que tú dejas es también un gesto tuyo, a la sombra de las cruces.
*****
II DESPUÉS
UN BEDLINGTON SE ASOMA, OVEKITA azul, al temblor de esos troncones –Trinity Bridge– en el agua. Si se hunden como ratas de cloaca los amos
de ayer (¿de siempre?), los golpes martillean tus sienes aún ahí, en la corriente
del paraíso, son el gong que de nuevo
te requiere entre nosotros, hermana mía.
*****
III INTERMEDIO
DOS EN EL CREPÚSCULO
Fluye entre tú y yo en el belvedere
una claridad subacuática que deforma, junto con el perfil de las colinas, tu rostro. Permanece en un fondo huidizo, separado de ti, cada gesto tuyo; entra sin huella,
y desaparece, en el medio que rellena
cada surco y se cierra sobre tu paso:
tú aquí conmigo, en este aire que desciende para sellar
el torpor de las rocas.
Y yo, abatido en el poder que gravita alrededor, cedo
al sortilegio de no reconocer
ya nada de mí fuera de mí; si levanto apenas el brazo, se me hace ajeno
el acto, se rompe sobre un cristal, ignoto y pálido su recuerdo, y el gesto
ya no me pertenece;
si hablo, escucho esa voz, atónito, descender a su gama más remota
o apagada en el aire que no la sostiene.
Así en el punto que resiste la última consunción del día
dura el extravío; luego un soplo
reanima los valles en un frenético movimiento y deriva de las frondas un tenue sonido que se pierde
entre rápidas humaredas y los primeros faroles dibujan las gradas.
…las palabras caen leves entre nosotros. Te miro
en una muelle reverberación. No sé
si te conozco, sé que nunca estuve
tan separado de ti como en este lento
retorno. Unos pocos instantes lo han quemado todo de nosotros, excepto dos rostros, dos máscaras que se graban, forzadas,
de una sonrisa.
*****
IV
‹FLASHES› Y DEDICATORIAS
DEJANDO UN ‹DOVE›
Una paloma blanca me ha bajado
entre obelisco, bajo cúspides donde el cielo anida. Albas y luces, suspendidas; he amado el sol,
el color de la miel, ahora pido la sombra,
pido el fuego que incuba, esta tumba
que no vuela, tu mirada que la desafía.
*****
SOBRE EL LLOBREGAT
Desde el verde inmarcesible del alcanfor
dos notas, un intervalo de tercera mayor.
El cuco, no la lechuza, te dije; pero entretanto, bruscamente, tú habías pisado el acelerador.
*****
V SILVAE
LA ANGUILA
La anguila, la sirena
de los mares fríos que deja el Báltico
para llegar a nuestros mares,
a nuestros estuarios, a los ríos
que profunda remota, bajo la adversa crecida, de brazo en brazo, y luego
de hile en hilo, cada vez más finos,
cada vez más adentro, más en el corazón
de la peña, infiltrándose
por canales de lodo hasta que un día
una luz que cae de los castaños
enciende su brillo en charcas de agua muerta, en los fosos que declinan
desde los saltos de los Apeninos a la Romaña; la anguila, antorcha, látigo,
flecha de Amor en tierra
que sólo nuestras quiebras, los resecos arroyos pirenaicos reconducen
a paraísos de fecundación,
el alma verde que busca
vida allá donde sólo
muerden la desolación y la sequía,
la chispa que dice
que todo comienza cuando todo parece carbonizarse, tocón sepultado;
el iris breve, gemelo
del que engarzan tus pestañas
y haces brillar intacto entre los hijos
del hombre, inmersos en tu fango, ¿puedes tú no creer que es tu hermana?
*****
VI MADRIGALES PRIVADOS
SÉ QUE UN RAYO DE SOL (¿DE DIOS?)
SÉ QUE UN RAYO DE SOL (¿DE DIOS?) AÚN puede encarnarse si a los pies de la estatua
de Lucrecia (una noche se movió,
parpadeó) lanzas tu rostro contra el mío.
Aquí en el zaguán como sobre los tréboles; aquí en las escaleras como allá en el palco; siempre en la sombra: porque si disolvieras esa oscuridad mi golondrina sería halcón.
*****
¿LE HAS PUESTO MI NOMBRE A UN ÁRBOL?
¿LE HAS PUESTO MI NOMBRE A UN ÁRBOL?, NO ES POCO; sin embargo no me resigno a ser sombra, o tronco,
de un abandono en el suburbio. Yo el tuyo
se lo he puesto a un río, a un largo incendio, al crudo
juego de mi suerte, a la confianza sobrehumana con la que hablaste al sapo salido de la acequia, sin horror o piedad
o tripudio, al aliento de ese fuerte
y suave labio tuyo que logra,
nombrando, crear: sapo flor hierba escollo… encina dispuesta a desplegarse sobre nosotros cuando la lluvia lava los carnosos
pétalos del trébol y el fuego crece.
*****
VII CONCLUSIONES PROVISIONALES
PEQUEÑO TESTAMENTO
Esto que de noche relampaguea
en el casquete de mi pensamiento,
huella nacarada de caracol
o esmeril de cristal pisoteado,
no es luz de iglesia o de taller
que alimente
clérigo rojo, o negro.
Sólo este iris puedo
dejarte de testimonio
de una fe que fue combatida,
de una esperanza que ardió más lenta
que un duro tronco en el hogar.
Conserva su ceniza en tu polvera
cuando apagada toda luz
se haga infernal la sardana
y un sombrío Lucifer descienda hasta una orilla del Támesis, del Hudson o del Sena
batiendo sus alas de betún semi-
truncadas por el esfuerzo, para decirte: es la hora. No es una herencia, un amuleto
que pueda soportar la embestida de los monzones sobre la telaraña de la memoria,
pero una historia no dura sino en la ceniza
y persistencia es sólo la extinción.
Justa era la señal: quien la ha reconocido
no puede fallar en encontrarte.
Todos reconocen a los suyos: el orgullo
no era huida, la humildad no era
vil, el tenue resplandor frotado
allá abajo no era el de una cerilla.
*****
EL SUEÑO DEL PRISIONERO
Albas y noches varían aquí por pocos signos
El zigzag de los estorninos sobre los baluartes en los días de batalla, mis únicas alas,
en hilo de aire polar,
el ojo del cabo de guardia desde la tronera, crac de nueces aplastadas, un aceitoso crepitar desde los sótanos, asadores
reales o imaginados –pero la paja es oro, el farol vinoso es un hogar
si cuando duermo me creo a tus pies.
La purga dura desde siempre, sin un porqué. Dicen que quien abjura y firma
puede salvarse de este exterminio de ocas;
que quien se reprende a sí mismo, pero traiciona y vende carne de otros, agarra el cucharón
en vez de terminar en el pâté destinado a los Dioses pestilencias.
Torpe de pensamiento, llagado
por el punzante jergón, me he fundido
con el vuelo de polilla que mi suela pulveriza contra el pavimento,
con los quimonos cambiantes de las luces desplegadas a la aurora desde los torreones, he husmeado en el viento la chamusquina de las rosquillas en los hornos,
he mirado a mi alrededor, he suscitado
iris en horizontes de telarañas
y pétalos en el entramado de las rejas,
me he levantado, me he vuelto a caer
en el fondo donde el siglo es el minuto…
y los golpes se repiten y los pasos,
e ignoro aún si en el festín seré farcidor o farcido. Larga es la espera, no he terminado de soñar contigo.
*****
SATURA 1962-1970
EL TÚ
Los críticos repiten,
por mí despistados,
que mi tú es una institución.
Son esta falta mía habrían sabido
que en mí los muchos son uno aunque aparezcan multiplicados por los espejos. El mal
está en que el pájaro preso en la pajarera
si él es él o uno de sus excesivos
duplicados.
*****
XENIA I
HABÍAMOS ESTUDIADO PARA EL MÁS ALLÁ un silbido, una señal de reconocimiento. Intento modularlo en la esperanza
de que todos estemos ya muertos sin saberlo.
*****
DICEN
DICEN QUE LA MÍA
es una poesía de no pertenencia.
Mas si era tuya, era de alguien:
de ti que no eres ya forma, sino esencia. Dicen que la poesía en su culminación magnifica al todo en fuga,
niegan que la tortuga
sea más veloz que el rayo.
Sólo tú sabías que el movimiento
no es distinto del reposo,
que el vacío es lo lleno y el cielo despejado
es la más difusa de las nubes.
Así entiendo mejor tu largo viaje
aprisionada en vendas y escayolas.
Sin embargo no me tranquiliza
saber que, uno o los dos, somos una sola cosa.
*****
XENIA II
HE BAJADO, DE TU BRAZO, AL MENOS UN MILLÓN DE ESCALERAS y ahora que no estás hay el vacío en cada escalón.
Aun así ha sido breve nuestro largo viaje.
El mío dura todavía, y ya no necesito
los enlaces, las reservas,
las trampas, los oprobios de quien cree que la realidad es la que se ve.
He bajado millones de escaleras de tu brazo
y no porque con cuatro ojos quizá se vea más. Contigo las he bajado porque sabía que de los dos las únicas pupilas verdaderas, aunque tan ofuscadas, eran las tuyas.
*****
«¿Y EL PARAÍSO? ¿EXISTE UN PARAÍSO?»
«¿Y EL PARAÍSO? ¿EXISTE UN PARAÍSO?»
«Creo que sí, señora, pero los vinos dulces
ya no los quiere nadie.»
*****
SATURA I
EN EL ESCAPARATE
Las aves de mal agüero
búhos o lechuzas viven solamente
de casbas desnutridas o embalsamadas
en las vitrinas de los misántropos. Ahora bien, podría suceder que la golondrina
nidificara en un tubo y un imprudente muriera por asfixia. Es un incidente
raro y no cambia el cuadro.
*****
INTERCEPTACIÓN TELEFÓNICA
Creía ser un obispo
in partibus
(no importa la parte
con tal de que esté deshabitada) mas fui probablemente cardenal in pectore
sin ser informado de ello. Hasta el Papa al morirse
se olvidó de decirlo.
Puedo vivir así en la gloria (para lo que vale) con fe o sin fe y en cualquier país
mas fuera de la historia y vestido de paisano.
*****
SATURA II
AQUÍ Y ALLÁ
Hace tiempo que estamos ensayando la representación, pero lo malo es que no somos siempre los mismos. Muchos han muerto ya, otros cambian de sexo,
mudan barbas rostros lengua o edad.
Hace años que preparamos (hace siglos) los papeles, el parlamente principal o solamente
«el señor está servido» y nada más.
Hace milenios que esperamos que alguien
nos salude desde el proscenio con aplausos
o incluso con algún silbido, no importa,
con tal de que nos reconforte un nous sommes là. Por desgracia no pensamos en francés y así
nos quedamos siempre en el aquí y nunca en el allá.
*****
SIENTO REMORDIMIENTOS
SIENTO REMORDIMIENTOS POR HABER APLASTADO el mosquito en la pared,
la hormiga en el suelo.
Siento remordimientos, pero aquí estoy con traje oscuro para el congreso, para la recepción.
Siento dolor por todo, incluso por el ilota
que me propina consejos de participación, dolor por el pordiosero al que no doy limosna, dolor por el demente que preside el consejo de administración
*****
FIN DEL 68
He contemplado desde la luna, o casi,
el molesto planeta que contiene
filosofía, teología, política,
pornografía, literatura, ciencias
manifiestas o arcanas. En él está también el hombre, y yo entre estos. Y todo es muy extraño.
Dentro de pocas horas será de noche y el año terminará entre explosiones de champán
y de petardos. Quizá de bombas o de algo peor, mas no aquí donde estoy. Si uno muere
a nadie le importa con tal de que sea desconocido y lejano.
*****
EL NOTARIO
El notario ha anulado las planchas de mis originales
Todas menos una, yo mismo,
ya anulado en origen
y no por él.
*****
NO SE ESCONDE FUERA
del mundo quien lo salva y no lo sabe.
Es uno más como nosotros, no de los mejores.
*****
DIARIO DEL 71 Y DEL 72 1971-1972
COMO ZAQUEO
Se trata de trepar al sicomoro
para ver al Señor si acaso pasa.
Ay de mí, no soy un trepador y ni siquiera poniéndome de puntillas lo he visto jamás.
*****
DIARIO DEL 71
LO POSITIVO
Prosternémonos cuando sale el sol
y cada cual se vuelva hacia su Meca.
Si algo nos queda aún, un sí apenas, digámoslo, aunque sea con los ojos cerrados.
*****
LO NEGATIVO
Yemas de un solo huevo entran los jóvenes en las palestras de la vida. Venus
los conduce, Mercurio los divide,
Marte hará lo demás. No mucho tiempo brillará alguna luz sobre la Acrópolis
de esta primavera aún tímida.
*****
NO ME CANSO DE DECIRLE A MI ENTRENADOR
NO ME CANSO DE DECIRLE A MI ENTRENADOR tira la toalla
pero él no oye nada porque ni en el ring ni fuera
se le ha visto nunca.
Quizás, a su manera, trata de salvarme del deshonor. Que tanto se preocupe por mí, el idiota, o sea yo su bufón
me tiene en vilo entre la gratitud
y el furor.
*****
EL DOCTOR SCHWEITZER
EL DOCTOR SCHWEITZER
echaba peces vivos a pelícanos hambrientos. Son vida también los peces, alguien señalo, pero de jerarquía inferior.
¿A qué jerarquía pertenecemos nosotros y en qué fauces…? Aquí calló el teólogo y se enjugó el sudor.
*****
DIARIO DEL 72
TARDE O TEMPRANO
Creí de niño que no es el hombre
quien se mueve sino el fondo, el paisaje.
Fue cuando, quieto, vi desarrollarse
el lago de Lugano en el vodevil
de un tal Dall’Argine que probablemente
en homenaje a sí mismo, nomen omen, nunca dejó la orilla1. Luego me di cuenta
de mi pueril engaño y ahora sé
que, volante o pedestre, reposo o movimiento en nada difieren. A unos les gusta
beber la vida a gotas y a otros a tragos;
pero la botella es la que es, no se puede llenarla cuando está vacía.
1 Juego de palabras intraducible: argine, en italiano, significa «dique», por lo que el apellido Dall’Argine equivale a «desdeel dique». (N. del T.)
*****
EL PAGURO
El paguro no se anda con contemplaciones
cuando se mete en un caparazón con no es el suyo. Mas no deja de ser un ermitaño. Mi mal es
que si me salgo del mío no puedo entrar en el tuyo.
*****
LOS HOMBRES SE HAN ORGANIZADO
LOS HOMBRES SE HAN ORGANIZADO como si fueran mortales;
sin lo cual no tendríamos
días, diarios, cementerios, retales
de lo que ya no es.
Los hombres se han organizado como si fueran inmortales;
sin lo cual sería tonto creer
que en lo que es vive lo que fue.
*****
PARA TERMINAR
Recomiendo a mis herederos
(si los hubiere) en materia literaria,
lo que es improbable, que hagan
una bonita hoguera con todo lo que se refiere a mi vida, a mis hechos y a mis no hechos. No soy un Leopardi, dejo poco para quemar y ya es demasiado vivir a porcentaje.
Viví al cinco por ciento, no aumentéis
la dosis. Demasiado a menudo llueve
sobre mojado.
*****
CUADERNO DE CUATRO AÑOS 1973-1977
LOS PÁJAROS PARLANTES
La moral dispone de pocas palabras alguien ha contado cuatrocientas
y el récord permanece imbatido.
Ni siquiera los pájaros indios
que ahora están de moda
y se parecen a los mirlos2
rapaz pico de fuego y plumas negroazuladas consiguen decir más.
La diferencia está en las risas:
la del falso mirlo no es la nuestra,
tiene una diana, el hombre que se cree
más libre que él: que yo que paso
cada día y saludo a ese ovillo
de plumas y sonidos destinados a vivir menos que yo. Eso dicen, pero…
2 Se refiere al mahinat o miná, estórnido indio que aprende a hablar igual que los loros. (N. del T.)
*****
LA MEMORIA
La memoria fue un género literario desde antes que naciera la escritura. Se hizo después crónica y tradición pero olía ya a muerto.
La memoria viviente es inmemorial,
No surge de la mente, no se hunde en ella.
Se añade a la existente como una aureola
de niebla a la cabeza. Ya se ha esfumado, no es seguro que vuelva. No tiene siempre memoria
de sí.
*****
HE SEMBRADO EL ALFÉIZAR DE COMIDA DE PÁJAROS
HE SEMBRADO EL ALFÉIZAR DE COMIDA DE PÁJAROS para el concierto de mañana al alba.
He apagado la luz y he esperado el sueño.
Y por la pasarela ya comienza
el desfile de los muertos grandes y pequeños
que he conocido en mi vida. Arduo distinguir entre quienes quisiera o no quisiera que hubiesen vuelto entre nosotros. Allí donde están
parecen inalterables por un exceso
de sublimada corrupción. Hemos
hecho lo mejor posible para empeorar el mundo.
*****
EL HOMICIDIO NO ES MI FUENTE
EL HOMICIDIO NO ES MI FUENTE. Hombres, ninguno, quizás algún insecto, algún mosquito aplastado con una zapatilla contra la pared.
Durante muchos años se encargaron los mosquiteros de defenderlos. Luego, por muchísimo tiempo,
yo mismo me volví insecto, pero indefenso.
Ahora he descubierto que vivir
no es cuestión de dignidad o de otra
categoría moral. No depende,
no dependió de nosotros. La dependencia puede exaltarnos a veces, no nos alegra nunca.
*****
LA POESÍA
(En Italia)
Desde los albores del siglo se discute
si está lo poesía dentro o fuera.
Venció primero el dentro, luego contraatacó duramente el fuera y tras algunos años se llegó a un forfait
que no podría durar porque el fuera
está armado hasta los dientes.
*****
APAGADA LA IDENTIDAD
APAGADA LA IDENTIDAD
se puede estar vivo
en la neutralidad
de la piña vaciada de piñones
e ignorante de que la espera el horno. Esperará tal vez día tras día
sin saber que es ella misma.